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Este último trimestre tienes que realizar una exposición oral ante tus compañeros de clase. Aunque es cierto que el hecho de hablar en público asusta un poco, este es un ejercicio estupendo que será muy útil en tu vida académica y personal. Como bien sabes, durante el día buena parte de nuestras comunicaciones las realizamos de manera oral y en contextos informales. El registro lingüístico que empleamos es coloquial o familiar (cuando no vulgar) y, en estos casos, es poco habitual que surjan dificultades graves que impidan la comunicación. ¡Siempre salimos airosos! Las razones te las imaginas: hemos crecido hablando (ya llevamos unos cuantos añitos “dándole a la lengua” sin parar, somos hablantes expertos); nuestros interlocutores son personas amables y voluntariosas que hacen todo lo posible por entendernos (su disposición es siempre positiva, a no ser que su propósito sea otro, lo que quiere decir que tal vez haya “mar de fondo”) y en cuanto a nosotros: ¿qué decir? ¡Somos unos excelentes conversadores!
Bromas a un lado, alguno de los momentos más decisivos de nuestra vida se desenvuelven de manera oral y en contextos formales muy pautados. Un examen, una intervención pública en una asamblea, la resolución de un conflicto con otras personas, la entrada en un nuevo círculo de amistades o de trabajo, el establecimiento de acuerdos con tu familia o tu pareja, una entrevista de trabajo, una oposición… En todas estas situaciones somos fuertes y poderosos si sabemos hacer un buen uso de la palabra. O lo que es lo mismo, si quieres conseguir aquello que te propones es vital saber expresar de manera respetuosa, clara, ordenada y convincente tus ideas, tus conocimientos, tus emociones y sentimientos.
Entonces, fuera de las situaciones cotidianas que más o menos dominamos, si tenemos que hablar en público en un contexto formal ¿cómo debemos actuar? Tenemos claro que el registro debe ser estándar o culto (dependiendo del contexto), pero ¿de qué manera lo construimos?, ¿qué palabras, expresiones… debemos emplear y cuáles no?, ¿cómo empezamos y cómo terminamos?, ¿qué hacemos con nuestro cuerpo?, ¿qué gestos son apropiados?, ¿cómo modulamos nuestra voz, cómo manejamos nuestra mirada?…
¡Peligro! Lengua suelta 